Halloween: Leyendas venezolanas (#2)

     Ahora si es oficialmente Halloween, preparen sus disfraces y denme a mi unos calmantes porque tengo los nervios de punta por lo asustadiza que soy. Aquí la segunda parte de Leyendas venezolanas, esta vez sobre mi estado. 

   Algunas de estas historias fueron extraídas del libro Leyendas del Táchira, una serie de libros escritos por Lolita Robles de Mora, y que en mi estado son muy conocidos porque allí recopila muchas leyendas y las divide de acuerdo al municipio donde se cuenta.

Historias de mi ciudad y que me han contado

El niño del centro comercial (Extracto)

  "La noche estaba fría y húmeda, las ráfagas de neblina se colaban por los pasillos del Centro Comercial Plaza San Cristóbal dándole al ambiente una nota fantástica. Cerca de la cafetería se encontraron los dos vigilantes para cuadrar las rondas. Quedaron en que uno iría a revisar el sótano y el otro los niveles superiores. 

   Los dos vigilantes revisaron una a una todas las dependencias. De repente, Manuel (uno de los guardias) escuchó el llanto de un niño cuando se disponía a bajar las escaleras del nivel Paramillo, algo que le pareció muy extraño, obviamente por la hora y la soledad que debía existir. Continuó bajando los niveles y siempre al llegar a las proximidades de la escalera escuchaba el llanto del niño. Por su parte Rubén (el otro guardia) revisó los estacionamientos y el sótano, y cada vez que se acercaba a la escalera ocurría lo mismo: Escuchaba el llanto de un niño que a ratos suspiraba, luego comenzaba a llorar..., se sentía muy cerca...

   Cuando Rubén iba a subir las escaleras para la planta baja le oprimieron fuerte las rodillas y perdió el equilibrio, cayó y de inmediato se levantó. Vió a su lado un niño de unos dos años que lloraba suavemente, diciendo: "Ayúdame..., me ahogo". Rubén se inclinó y le pregunto con cariño: "¿Que quieres? ¿Como te llamas?", a lo que el niño respondió: "Mis padres me llamaban Alfredito, pero se han olvidado de mi..".

    Rubén se agacho para acariciar a Alfredito y cuando le iba a colocar la mano en la cabeza, el niño desapareció en ráfagas de neblina. Luego de esto Rubén subió precipitadamente las escaleras y cuando encontró a su compañero y le contó sobre el incidente, este le contestó que después de un año trabajando en el Centro Comercial nunca había visto al niño pero que había escuchado su llanto. 

    Manuel le relató a Rubén: "Dicen que en las excavaciones para hacer los cimientos del edificio una vez se cayó un niño y como había llovido mucho estaban los pozos llenos de agua; el niño lloró y grito pero cuando llegaron a socorrerlo, se había ahogado. Cuentan que no estaba bautizado, por eso vaga".  

EXTRACTO TOMADO DE LIBRO LEYENDAS DEL TÁCHIRA (II) DE LOLITA ROBLES DE MORA.

La casa embrujada de la Unidad Vecinal (Extracto)

  "Hace unos años, Antonio y su familia se mudaron a una casa en la Unidad Vecinal, situada a dos cuadras de la iglesia, subiendo a la derecha. 

    La casa amplia, con un solar y algunos arboles, la alquiló Antonio por un precio módico y aunque le pareció un poco sombría y extraña, pensó que decorándola bien cambiaría su aspecto. El primer día se la pasó Antonio con su esposa y sus tres hijos, de un lado para otro acomodando los muebles y adornos; en la tarde llegó a saludarlos el vecino y les hizo una extraña pregunta: "¿Han notado algunas cosas extrañas en la casa?" a lo que ellos naturalmente respondieron que no. El vecino se fue y Antonio cerró todas las puertas. Y apagó las luces. 

   Poco después se escuchó el llanto desesperado de un niño. y unos gatos que maullaban, sin saber por qué, Antonio y su familia sintieron escalofríos. Horas más tarde, alguien cortaba los arboles del solar y en la cocina se movían las sillas y chocaban las ollas. Estaban tan cansados que a pesar de los ruidos, todos durmieron hasta el nuevo día. 

    Guillermina, la esposa de Antonio, fue la primera en levantarse y al entrar en la cocina, lanzó un grito de terror: La cocina estaba revuelta y en desorden, en la mitad sobre el piso, una gallina negra con un limón amarrado al cuello. Luego fueron al solar y encontraron los arboles podados y las ramas cortadas y amontonadas.

   El resto del día transcurrió tranquilo. Al llegar la noche escucharon pasos por toda la casa, los tacones sonaban de aquí para allá. La familia vio asustada como entraba por la puerta de entrada una densa niebla que se extendía por toda la casa. Más tarde una luz intermitente hacía lo mismo. Gritos, susurros, llanto. No pudieron dormir en toda la noche. Los siguientes día fueron insoportables, a toda hora se escuchaban ruidos y voces. Desesperados se fueron de la casa. 

   Antonio pudo averiguar que en aquella casa habían matado a una familia completa, por eso, desde hacía 20 años sucedían cosas muy extrañas y los que alquilaban la casa no permanecían  más de cuatro o cinco días". 

EXTRACTO TOMADO DE LIBRO LEYENDAS DEL TÁCHIRA (II) DE LOLITA ROBLES DE MORA.

El Soldado de Vega de Aza

 "Antonio venía con su ayudante de vender su mercancía en el Llano. Se detuvo un momento en la alcabala de La Pedrera. El guardia le preguntó:

     -¿Puede darle la cola al joven?

     -Sí, pero tendrá que ir en la parte de atrás de la cava.

    -No importa, el caso es que lo lleve hasta Vega de Aza, se le acabó el permiso y mañana temprano debe incorporarse al batallón donde presta servicios.

    -Muy bien, lo llevaremos hasta Vega de Aza, pase.

  Un joven espigado, blanco, de cabello corto entró en la parte posterior de la camioneta y se sentó en el suelo al lado de unas cajas. El joven con cara de niño portaba el uniforme de los soldados.

  Antonio cerró las puertas, echó llave y se subió al vehículo.

   Dejaron atrás la llanura y comenzaba a divisarse la cadena de las montañas. Una brisa cálida cargada de aromas les daba en el rostro. La noche con su manto cubría las cosas. 

   Antonio le dio a su ayudante una linterna para que le alumbrara la cerradura y así abrirle la puerta al soldado. Se bajaron, abrió la puerta de la cava al tiempo que decía:

     -¡Hemos llegado, joven, mañana puede incorporarse sin problemas a su batallón! - como no salía el soldado, alumbró con la linterna el interior de la cava y sólo vieron las cajas en el rincón.   

Confundidos entraron en la camioneta y prosiguieron la marcha.

No podían imaginarse cómo el joven había salido con las puertas cerradas.

  Antonio no se quedó conforme, tenía que aclarar el enigma. En sucesivos viajes al llano averiguó que Ezequiel había prestado su servicio militar en Vega de Aza. Un día antes de vencer su permiso y cuando se disponía a regresar al cuartel, perdió la vida en una riña colectiva entre jóvenes del lugar.

  Cuentan que su ilusión por terminar el sevicio militar era tan grande que todavía persiste en su intento de llegar a Vega de Aza. Son muchas las personas que lo han llevado y a todas les ocurre lo mismo que a Antonio".

TOMADO DE LIBRO LEYENDAS DEL TÁCHIRA DE LOLITA ROBLES DE MORA.

La Mula Maneada (Propia) 

  "Dicen que en algunas noches a altas horas de la madrugada se oye el trotar de una mula, que baja por las calles, se oye el tronar de los cascos y en ocasiones hasta la respiración del animal, al que la oye le produce tal escalofrío y miedo que queda paralizado hasta que esta se deja de oír".

 La Bruja (Propia)

   "Mi tío me contó que hace muchos años estando ellos en el patio de mi casa vieron pasar sobre ellos un pájaro muy grande y completamente negro que empezó a revolotear por encima de la casa, una bruja. Y que mi abuela al verlo le gritó: "Venga mañana por caraotas" (Las caraotas son un tipo de grano) y el ave se alejó. Al otro día hubo un torrencial aguacero y durante todo el día una viejita, vecina de la comunidad, estuvo parada a la lluvia frente a la casa. Ya en la tarde mi abuela la llamó y le preguntó que hacía allí, y ella le contestó: "Vengo por las caraotas que me prometió". 

Mi tío no es ningún anciano, y tiene sus ideas muy lucidas así que aunque cueste un poco creer en esto de las brujas, desde que el me lo contó lo creo, como dicen por allí: De que vuelan, vuelan.

 El Bulto (Propia)

  "Un familiar llamado Pablo fue durante muchos años paramédico y desempeño cargos relacionados con esto. Una vez le tocó hacer un viaje a altas horas de la noche por una carretera que estaba, en la mayoría de los tramos, desolada. En un momento vio en el suelo un bulto que parecía un cuerpo o algo de ese estilo envuelto en un saco, y se paró junto a la carretera a revisar. Pero cuando se bajó del auto no lo encontró y tampoco había nada por los lados, luego regresando al auto dirigió la mirada hasta arriba a la ladera de la montaña junto a la carretera y vio algo flotando allí. El le preguntó que si "él" era el que había estado tumbado en la carretera y el borrón negro le contesto: "Si... ¿Por qué? ¿Es que me vas a llevar?" y acto seguido se le vino encima. El corrió rápido hasta el carro y esa cosa lo perseguía, arranco como pudo y se fue rápido del lugar".